El silencio de las páginas: El análisis de la baja lectura en Paraguay.

Escritores y sociólogos sostienen que el pobre hábito de lectura en el país se debe a la falta de fomento, de ejemplos y de bibliotecas públicas, así como fallas del sistema educativo, el mal uso de la tecnología y a las secuelas del Stronismo.

Según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), 8 de cada 10 hogares de Paraguay no cuentan con libros, y 6 de cada 10 niñas, niños y adolescentes no pueden acceder a la educación en el país. Además, de acuerdo con el informe PISA de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCD), 7 de cada 10 alumnos paraguayos no comprenden lo que leen.

La baja taza de lectura en Paraguay puede atribuirse por la falta de acceso a libros y bibliotecas un problema significativo.  En muchas áreas rurales y zonas urbanas las bibliotecas son casi inexistentes o escasas, ocasionando que las familias tengan poco o casi nada de acceso a los libros, también en muchos casos los libros suelen ser caros en relación con el ingreso promedio de las familias lo que limita aún más el acceso a la lectura.

Otro factor clave puede ser la falta de costumbre hacia la lectura en el entorno familiar y social. Muchos hogares en Paraguay no cuentan con una tradición de leer, lo que significa que los niños crecen sin ver a la lectura como una actividad cotidiana, está falta de hábito afecta en la vida adulta en donde el tiempo que poseen se dedica a otras actividades, como ver televisión, interactuar en las redes sociales y en otros casos trabajar.

Y finalmente, la falta de promoción y políticas públicas orientadas a fomentar la lectura que ha sido un obstáculo. La lectura no ha sido priorizada suficientemente por las políticas educativas y culturales del país, lo que se refleja en las faltas de campaña sostenidas para fomentar el interés por la lectura en todos los niveles de la sociedad.

En la evaluación SNEPE (2018) los resultados fueron poco alentadores. Sólo el 30% de los estudiantes -en promedio- calificaron por encima del mínimo esperado (MEC, 2020) . Solo esos poquitos han desarrollado habilidades educativas complejas; es decir estarían preparados para encarar una carrera universitaria.

Otro dato interesante es que el Paraguay invierte en educación menos que la media regional de gastos; en el año 2010 fue el 4,7% del PIB. De este presupuesto, el 90% corresponde a gastos corrientes como el pago de salarios ( UNESCO, 2014), lo que según Oscar Charotti, no alcanza para las inversiones de calidad – que necesita el sistema educativo ( Observatorio Educativo Ciudadano, 2020).

Tanto organizaciones internacionales como países reconocen que la educación es la base del desarrollo ( UNESCO, 2014). “Sin educación no hay reflexión, no hay ciudadanía, no hay dudas. Y esto tiende a reproducirse en espiral”. En el 2020 se tuvo una tasa de analfabetismo- no sabe leer ni escribir- del 5,5% (DGEEC, 2020).

Esto significa que 277.926 personas de 15 años y más no tienen la capacidad de leer un diario, un libro, una receta médica,  escribir en un chat en redes sociales, una lista de compras y menos todavía exponer y debatir ideas. Por ejemplo un discurso político, una noticia en la televisión o un proyecto de la comisión del barrio.

Para el Comunicador Carlos Martini, en Paraguay jamás existió una campaña sistemática de fomento de la lectura. “El régimen de Stroessner se preocupó y se ocupó de reprimir todo pensamiento crítico. Se encargó de perseguir libros. Y la transición fracasó en una política del libro. No hay que olvidar que después de más de 25 años de reforma educativa, 7 de cada 10 estudiantes no entienden lo que leen. El sueldo mínimo alcanza para solo la mitad de la canasta de alimentos. Los libros así son prescindibles”, sostiene Martini.

Según el comunicador, son cuatro los ejes para fomentar la lectura. “En primer lugar, fortalecer las bibliotecas públicas y escolares, con acceso a internet; segundo, vincular el universo audiovisual, el de las redes sociales y los teléfonos inteligentes en la promoción de la lectura. En tercer lugar, auspiciar a nivel nacional academias literarias en escuelas y colegios, concursos de ensayo, narrativa, poesía y de investigaciones. Y, por último, promocionar publicaciones de obras de niños y adolescentes”, explica Martini.

Por su parte, la socióloga Milda Rivarola coincide con los sicopedagogos en la necesidad de una estimulación precoz. “Hasta los 4 o 5 años, los niños deben lograr asociar conocimiento con placer. Que la lectura o los juegos didácticos les provoquen satisfacción, alegría. Esa experiencia inicial es determinante en la creación del hábito posterior”.

“Pantallas de celulares, de computadoras, de televisores, en que los entretenimientos se volvieron virales. Este nuevo virus está acabando con la lectura. Me da tanta pena ver a los padres dando a sus hijos pequeños uno de estos artefactos como sustituto de un libro de cuentos”, refiere.

La autora del libro Todo pasó en setiembre agrega que se está dejando a un lado al humanismo, en un total abandono al pensamiento, a la imaginación y a la fantasía. “¿Se trata de la evolución? ¿Del mal uso de los adelantos tecnológicos? ¿De sociedades en total descuido? ¿De comunidades en decadencia? No creo que sea una epidemia la del leer poco, que ataña solo al Paraguay. Tampoco tengo la solución, pero sí lamento que en nuestro país, no tengamos suficientes bibliotecas y no se analice y se trate como se debe el tema de la falta de lectura”, finaliza

Con el fin de crear conciencia, la librería El Lector abrió su local de la Plaza Uruguaya con apenas el 0,25% de libros, para representar a la población que lee. Y también para incentivar el placer por la lectura, en alianza con el MEC, se formarán academias literarias.

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